El adulto mayor sabio y el adulto mayor herido
El adulto mayor sabio vs herido. Envejecer no es solo un proceso físico. También es un viaje interno, profundo, lleno de silencios que nos invitan a mirar hacia adentro. Algunas personas, con el paso del tiempo, aprenden a encontrar sentido incluso en los momentos más oscuros. Otras, en cambio, se quedan atrapadas en heridas antiguas que se repiten como un eco.
En esta ocasión en el revistazo tuvimos la oportunidad de hablar con David Ríos, un psicólogo que nos ayudó a resolver los temas de la vida. Hablaremos de este tema con profundidad, explorando cómo la sabiduría y las heridas emocionales marcan la manera en que transitamos la vejez.
Decidí estudiar psicología en la preparatoria, después de leer «El hombre en busca de sentido», de Viktor Frankl. Me conmovió profundamente la historia de este psiquiatra judío que, encerrado en un campo de concentración y separado de su familia —quienes fueron llevados a las cámaras de gas—, eligió observar el comportamiento humano en medio del horror.
Frankl notó que había presos que funcionaban como robots, pero también otros que, incluso en esa realidad devastadora, eran capaces de sonreír. Fue entonces cuando comprendió que no es lo que vivimos lo que nos destruye, sino cómo lo interpretamos. Que el sufrimiento nace del sentido que le damos a la experiencia.
Algunos de los internos resistían porque tenían una razón poderosa para vivir: reencontrarse con sus seres queridos. En el caso de Frankl, su sentido se transformó en dar a conocer su teoría para ayudar a otras personas. Incluso se robaba servilletas del comedor para hacer anotaciones que guardaba bajo su colchón, con la esperanza de que, algún día, esa información pudiera aliviar el dolor de otros.
Ese libro cambió mi vida. Y años después, cuando pude atender a mis primeros pacientes, confirmaba en cada sesión lo que había leído: el poder de sanar existe cuando encontramos un propósito, cuando hacemos algo con lo que duele.
Trabajé un tiempo en recursos humanos dentro de empresas. Me esforzaba por ayudar a las personas cuando me era posible, pero llegó un punto en el que me sorprendí a mí mismo generando situaciones difíciles para otros, por órdenes corporativas. Sentí una incoherencia profunda. Yo no había estudiado psicología para eso. Fue entonces cuando decidí dedicarme por completo a la clínica. Ya llevo más de 12 años dando consulta de tiempo completo, y nada se compara con la satisfacción de ver cómo una persona recupera la alegría y las ganas de vivir.
El adulto mayor sabio. El adulto mayor sabio no es el que ha tenido una vida perfecta. Es quien, a pesar del dolor, ha encontrado maneras de resignificar. Ha aprendido a mirar su historia con compasión, y a integrar incluso aquello que duele.
Como dice Carl Jung en El hombre y sus símbolos (1964), la sabiduría surge cuando logramos reconocer e integrar nuestra sombra. Es decir, todo aquello que nuestra conciencia ha rechazado: impulsos, memorias, emociones incómodas. Este adulto mayor ha hecho las paces con su oscuridad. No la niega, la transforma. La convierte en energía creativa, en consejo generoso, en silencio sabio.
No solo ha sobrevivido, ha elaborado cada vivencia. Ha convertido los golpes de la vida en aprendizajes y tiene la capacidad de compartirlos sin imponer, con una presencia serena.
El adulto mayor herido. Pero también hay adultos mayores que siguen atrapados en las heridas no resueltas. Personas que conservan el resentimiento como si fuera un escudo, sin darse cuenta de que ese dolor ya no los protege, los limita.
Las experiencias pasadas que no han sido elaboradas se convierten en carga. En culpa proyectada hacia afuera. En irritabilidad constante. Se reviven como si ocurrieran una y otra vez, y las reacciones se vuelven automáticas, impulsivas. Es un ciclo que se repite.
Lo que muchos no saben es que no es el evento en sí lo que nos lastima, sino el significado que le damos. Cuando no elaboramos ni resignificamos lo vivido, quedamos atrapados emocionalmente en el pasado.
Para sanar, necesitamos mirarnos con honestidad. Jung decía que, si no hacemos consciente nuestra sombra, ella dirigirá nuestra vida y la llamaremos destino. Integrar no es negar lo que fuimos, sino aceptar lo que somos sin culpa ni juicio.
El primer paso es reconocer esos patrones que se repiten. Después, aceptarlos como parte de nuestra historia. Y finalmente, resignificarlos: convertir esas heridas en fuente de aprendizaje y crecimiento.
La psicoterapia es un espacio que permite este proceso. Un lugar donde podemos hablar sin máscaras, mirar con otros ojos lo que antes nos paraliza, y elegir nuevas formas de responder. Muchas veces, solo necesitamos una mirada compasiva que nos acompañe a encontrarle sentido a lo vivido.
También existen herramientas valiosas como la escritura autobiográfica, el arte terapia, la meditación, o ejercicios guiados para soltar rencores. Todo esto ayuda a reconciliarnos con nosotros mismos, a recuperar el control sobre nuestras emociones y dejar de reaccionar desde la herida.
Erik Erikson, en La vida completada (1982), planteó que en la vejez nos enfrentamos a una última crisis: integridad contra desesperación. La integridad surge cuando podemos mirar atrás y sentir paz con lo vivido. La desesperación aparece cuando sentimos que fue tiempo perdido.
La diferencia entre un adulto mayor sabio y uno amargado no está en lo que vivieron, sino en cómo decidieron mirarlo. Quien sana, integra. Quien no sana, repite.
Y es que, como escribió Viktor Frankl:
“Cuando ya no podemos cambiar una situación, el desafío es cambiarnos a nosotros mismos”.
Invitación
Gracias por acompañarme en esta reflexión. Si te resonó alguna parte, me encantará leerte en los comentarios. Siempre es posible iniciar un proceso de transformación, sin importar la edad. Y si quieres seguir explorando estos temas, en el revistazo hay más artículos que te pueden acompañar en tu propio camino.
Información de Contacto del Psicologo David Rios
- Correo electrónico: davidriosc@hotmail.com
- Sitio web: PSICÓLOGO DAVID RIOS
- Facebook: Psicoterapeuta David Ríos
4 comentarios en “Adulto mayor sabio vs herido”
Hola Rodrigo, yo pienso que sí, siempre hay esperanza. La diferencia es que a veces uno tiene que querer de verdad ese cambio. Como dice el psicólogo, el sufrimiento nace del sentido que le damos a la experiencia. Si no cambian el significado, seguirán sufriendo. Es una decisión personal al final. Ojalá más gente leyera esto.
El concepto de la sombra de Jung es fascinante. Realmente el artículo muestra que la vejez puede ser una etapa de crecimiento si hacemos el trabajo interno. Pero no es fácil. Conozco personas que están muy amargadas y no creo que quieran cambiar. ¿Creen que hay esperanza para todos?
El párrafo sobre Frankl es la mejor parte, no es lo que vivimos lo que nos destruye, sino cómo lo interpretamos., Ufff, qué frase más poderosa.
Esto me hace acordar a mis papás. Uno siempre anda con ganas de vivir y el otro se queja de todo. Que difícil.