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Por el Mtro. Gabriel Ordóñez
Construyendo la autoestima en los niños, claves para una infancia feliz
La autoestima es un pilar fundamental en el desarrollo emocional de los niños, y su construcción es un proceso que requiere atención, cuidado y amor por parte de los adultos responsables de su crianza. Desde una perspectiva psicoanalítica kleiniana, la autoestima no surge de manera espontánea, sino que se va tejiendo a través de las primeras relaciones objetales y las experiencias emocionales que el niño vive en su entorno familiar. En este artículo, exploraremos cómo los padres y cuidadores pueden fomentar una autoestima saludable en los niños, garantizando así una infancia feliz y un desarrollo emocional equilibrado.
Melanie Klein, pionera del psicoanálisis infantil, enfatizó la relevancia de las primeras relaciones en la formación del mundo interno del niño. Según Klein, el bebé establece vínculos emocionales intensos con sus figuras primarias, generalmente la madre o el cuidador principal, a través de la satisfacción de sus necesidades básicas y la contención emocional. Estas primeras interacciones sientan las bases para la construcción de la autoestima, ya que el niño internaliza las respuestas emocionales de sus cuidadores y las convierte en una imagen de sí mismo.
Cuando un niño recibe amor, atención y validación, internaliza un sentido de valía y seguridad. Por el contrario, si las respuestas son inconsistentes, negligentes o críticas, el niño puede desarrollar sentimientos de inseguridad y desvalorización. Por ello, es crucial que los padres y cuidadores estén atentos a las necesidades emocionales del niño, ofreciendo un ambiente de contención y afecto que le permita sentirse amado y valorado.
El amor es el cimiento sobre el cual se construye la autoestima. No se trata únicamente de expresar afecto a través de palabras o gestos, sino de demostrar un amor incondicional que acepte al niño en su totalidad, con sus virtudes y defectos. Desde la perspectiva kleiniana, el amor incondicional permite al niño integrar tanto sus aspectos «buenos» como «malos», lo que facilita la formación de un yo coherente y resiliente.
Los padres deben evitar caer en comparaciones o críticas destructivas, ya que estas pueden generar sentimientos de inferioridad y rechazo en el niño. En su lugar, es recomendable fomentar un diálogo abierto y empático, en el que el niño se sienta escuchado y comprendido. El amor incondicional no significa evitar la disciplina, sino establecer límites claros y consistentes desde un lugar de respeto y afecto.
La crianza es un proceso dinámico que requiere adaptación y sensibilidad por parte de los adultos. En el contexto del desarrollo emocional, los padres deben ser capaces de reconocer y validar las emociones del niño, ayudándole a entender y gestionar sus sentimientos. Klein destacó la importancia de la contención emocional, es decir, la capacidad del adulto de «sostener» las emociones intensas del niño y devolverle una respuesta calmada y comprensiva.
Por ejemplo, cuando un niño experimenta frustración o enojo, es común que exprese estas emociones a través de berrinches o llantos. En lugar de reprimir o ignorar estas manifestaciones, los padres pueden aprovechar estas situaciones para enseñar al niño a identificar y regular sus emociones. Frases como «entiendo que estás enojado» o «es normal sentirse triste a veces» ayudan al niño a sentirse comprendido y validado, lo que fortalece su autoestima.
Otro aspecto clave en la construcción de la autoestima es fomentar la autonomía y la confianza en los niños. Klein señaló que, a medida que el niño crece, necesita experimentar un sentido de independencia y capacidad para enfrentar los desafíos de la vida. Los padres pueden promover esto permitiendo que el niño tome decisiones apropiadas para su edad, asuma responsabilidades y resuelva problemas por sí mismo.
Es importante que los adultos reconozcan y celebren los logros del niño, por pequeños que sean. Este refuerzo positivo contribuye a que el niño desarrolle una imagen positiva de sí mismo y confíe en sus habilidades. Sin embargo, también es fundamental permitir que el niño experimente el fracaso y aprenda a manejar la frustración, ya que estas experiencias son esenciales para el desarrollo de la resiliencia emocional.
Construir la autoestima en los niños es un proceso que requiere tiempo, paciencia y dedicación. Desde una perspectiva kleiniana, la autoestima se nutre del amor incondicional, la contención emocional y la validación de las experiencias del niño. Los padres y cuidadores juegan un papel crucial en este proceso, ya que son las figuras primarias que ayudan al niño a internalizar un sentido de valía y seguridad.
Al fomentar un ambiente de crianza afectuoso y comprensivo, los adultos no solo contribuyen al desarrollo emocional saludable del niño, sino que también le brindan las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y resiliencia. En última instancia, una infancia feliz es aquella en la que el niño se siente amado, valorado y capaz de construir una imagen positiva de sí mismo.
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